miércoles, junio 09, 2010

Infidelidad, celos y el miedo a perder


Infidelidad, celos y el miedo a perder

Una mirada honesta desde la conciencia y la lealtad a uno mismo


Un sueño me hizo despertar en medio de una inquietud fuerte. Caminaba tomada de la mano de mi novio —aunque no tengo novio— mientras una amiga nos acompañaba. En un momento me disculpé y me alejé. Al regresar, los vi desnudos, besándose.

Este sueño, de tintes claramente freudianos, me llevó a reflexionar sobre cómo el temor a ser engañados nos aqueja en todos los sentidos, con pareja o sin pareja. Hoy por hoy, la infidelidad continúa siendo uno de los conflictos que más tensión genera dentro de una relación.

Al investigar sobre el tema, aparecen conceptos como masoquismo, sadismo, dominación y búsqueda de poder sobre el otro. Freud hablaba de la participación del narcisismo en los vínculos y de cómo este puede derivar en infidelidades, incluso en casos donde una homosexualidad no asumida empuja al engaño como forma de encubrimiento.

Sé que muchas personas que leen esto han sido infieles, lo son en este momento o han sostenido relaciones fuera de las normas “convencionales”. También sé que existe otro grupo que es monógamo y convive con una sola pareja. Y, por supuesto, hay quienes hablan de fidelidad sin practicarla.

Cuando abordo este tema con mujeres u hombres consumidos por los celos, suelo preguntarles si les consta la infidelidad. La respuesta casi siempre es no. Entonces llegan los “peros”, las sospechas, los indicios. Algunos claramente paranoides, otros más racionales. Pero hay algo que no cambia: la duda constante termina destruyendo a quien la habita.

Uno de mis comentarios más frecuentes es sugerir, en tono irónico, colocar una cámara —ahora que son tan pequeñitas— en el prepucio del caballero o en el cuello del útero de la dama, con infrarrojo incluido. Normalmente todos se ríen. Es evidente que sería imposible… y también profundamente dañino. El control absoluto no fortalece ninguna relación.

Nunca vamos a estar completamente seguros de la fidelidad o infidelidad de alguien. Hay personas que no “pescan ni un resfriado” y engañan, y otras que parecen irresistibles y resultan profundamente leales. Lo mismo ocurre con mujeres y hombres: la apariencia rara vez es un indicador confiable.

Lo único que sí podemos hacer es vivir tranquilos con nosotros mismos, satisfechos con lo que somos y con la vida que construimos.

Cuando dudamos de la fidelidad de nuestra pareja, lo más sano es analizar la relación como un todo y revisar qué elementos pueden integrarse para vivir de forma más plena. Y también ser honestos con la realidad: una persona que es infiel difícilmente deja de serlo sin un trabajo profundo de conciencia.

En una relación todo puede ser válido, siempre que exista acuerdo, comunicación clara y respeto mutuo. Sin perder de vista algo esencial: lo que el otro siente. La atención genuina hacia la pareja siempre será valorada, sin anular lo que uno mismo experimenta.

No existen relaciones buenas o malas; existen relaciones que dañan. Cuando una pareja entra en crisis, buscar acompañamiento profesional —psicólogo o sexólogo— puede ayudar a comprender las emociones, regularlas y transformarlas antes de herir o herirse.

También es importante considerar el entorno: hijos, familia, amigos, trabajo. Lo que sucede en una pareja rara vez se queda solo ahí; suele impactar hacia afuera, de forma positiva o negativa.

Pese a los altos índices de infidelidad, sigo creyendo que las parejas pueden aprender a vincularse de manera sana y realizarse como individuos. La clave está en la lealtad a uno mismo, a las propias convicciones, y en hacer partícipe a la pareja de la vida que se elige vivir.


✍️ Nota de la autora

Este texto es una versión revisada y adaptada de una columna escrita originalmente por Nicté Bustamante (Nykte) y publicada en 2010 en SDP Noticias.
La versión original puede consultarse aquí:
👉 http://sdpnoticias.com/sdp/columna/nicte-bustamante-nykte/2010/05/03/1037707

Esta adaptación forma parte del proyecto editorial El 7 de Nykte – La Flor del Conocimiento, como una exploración del juego perceptivo, la ironía consciente y la complejidad de los vínculos humanos.


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