Cuando la tierra recuerda el amor
Hace algunos meses realicé una actividad muy especial: una meditación guiada. El escenario era sencillo y poderoso a la vez. Un bosque. En su corazón, un árbol enorme y firme, presente como un eje silencioso.
Sentados alrededor de ese árbol, un grupo de personas observaba su corteza, sus formas, sus detalles. Poco a poco los fui invitando a relajarse. La visualización se centró en el árbol: sentir su savia, recorrer sus ramas, sus hojas, descender hasta la tierra y habitarla.
