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miércoles, junio 09, 2010

El deseo también engaña



El deseo también engaña

Tus labios entreabiertos, la mirada tranquila, sin prisa. Las manos sostienen, los labios prueban, saborean, disfrutan. El movimiento es lento, casi hipnótico.

Mi atención no se despega de esos labios. El placer de observar, de anticipar. Los sentidos despiertan: la vista, el aroma, la imaginación. El deseo crece, se instala, se vuelve protagonista.

Las tres plumas de la combi


Las tres plumas de la combi

Suelo elegir el asiento delantero de la combi. Tal vez sea una pequeña manía, una especie de privilegio imaginario para evitar los asientos traseros diseñados para tres… donde siempre caben cuatro.

Aquella mañana me tocó sentarme junto al chofer, un joven amable con el que, sin saber cómo, terminé hablando del tráfico. La combi avanzaba a paso lento, casi contemplativo. Diez kilómetros por hora pueden dar para muchas conversaciones.

Hablamos de carreteras cerradas, de carriles que parecen estacionamientos y, curiosamente, del drama universal que surge cuando el tráfico se combina con una urgencia fisiológica. Para el pasajero es sencillo: se baja y resuelve. Para el chofer, no tanto.

La vida también juega (La historia de CHON)


La vida también juega

Más de uno pensará: “Otra vez va a empezar con el rollo del dolor y no sé qué…”.
Pues no. La vida es como un buen platillo: necesita un poco de todo, sin excederse, porque si no… sabe horrible.

Hoy quiero hablar del juego.
Porque la vida, en realidad, es eso: un juego que comienza cada mañana cuando abrimos los ojos.